I'm not looking for another as I wander in my time
Querida, no sé si ésta es la primera vez que te escribo… si no es así, al menos he de decirte que así me lo parece. Hemos estado siempre tan cerca que nunca ha existido la necesidad de escribirte, de escribirnos. Pero siempre hay una primera vez… ¿qué le vamos a hacer? Ahora tenemos que cantar. Este es el triste destino de los pájaros que cantan bonito: vivir en una jaula de oro. Como los funestos pericos de mi poema: "los que hablan mejor tienen su jaula aparte". Sólo que esta vez se trata de una jaula oscura y, lo que es peor, sin piano. Vieja historia es ésta: desde lejos se aprecian mejor las luces que se nos han concedido. Y conste que lo digo en ambos sentidos de la carretera emocional. Porque yo estoy acá, y tú estas allá, y las cosas no se ven iguales desde ambos extremos. Y sí, claro, aquí el cielo está, en general, limpio; aquí está el mar a la vuelta de la esquina; en esta tierra todavía se puede vivir sin el temor de una sombra, pero… Seguimos, como en el poema de Tu Fu, girando, girando… ¿qué parecemos? "Una gaviota entre la tierra y el cielo". Aunque yo más bien parezco un pájaro en el alambre. Y como no quiero que esta carta se vuelva demasiado explícita, voy a suspender aquí la conversación silenciosa -el aplauso de una sola mano- sólo pare decirte que te extraño. Pero no me aguanto las ganas de decirte también que no te extraño para nada… porque tú siempre estás conmigo. No dejo de pensar en ti ni se me olvida nada. Para ti, querida, todo mi amor y una disculpa por escribirte esta carta. ¿Qué quieres? Siempre hay una primera vez.